domingo, 13 de noviembre de 2011

Las consecuencias de hacer las cosas por hacerlas

Si no le gusta lo que hace, no lo haga; aunque le paguen por ello. Este artículo va dirigido a quienes tienen la responsabilidad de agregar valor.

Hace algún tiempo escribí sobre el riesgo de no saber lo que se hace, basado en lo dicho por Warren Buffet "Risk comes from not knowing you're doing". Esto lo dijo en ocasión de transmitir a todo inversor que las cosas deben ser hechas con base a buen conocimiento, por lo que recomendaba que cuando el inversionista no sabe que hacer, él sugiere que no invierta debido a que el factor de riesgo es muy alto. Por el contrario, si se encuentra bien documentado y tiene una clara idea de lo que está haciendo, se encontrará en una situación en que podrá evaluar si una inversión tiene alto potencial; y con esta capacidad, reducirá el riesgo de escoger el camino perdedor." Con esto claro, sólo queda tomar la decisión.

Sin embargo, a pesar que la gente sabe lo que está haciendo, sigue generando riesgos porque simplemente hace las cosas por hacerlas. Aunque el Sr. Buffet recomienda esto para una situación donde se debe tomar la decisión acerca de ejecutar una inversión, sin duda puede ser aplicado a cualquier actividad en la vida. Esto supone que todo lo que se haga, se disponga del conocimiento y además la actitud para hacerlo. Les voy a dar un ejemplo de la vida real.

Asistí a un partido de futbol amistoso, siendo el de la casa el equipo donde juega mi hijo. En este nuevo periodo escolar están debutando con entrenadores recien contratados por el colegio a efectos de darle mayor nivel y mejorar los resultados del ciclo pasado. Todos los niños tienen nueve años de edad en promedio (los entrenadores le llaman generación 2002). Este cambio de entrenadores implicó un esquema de tercerización de la academía de futbol, donde los padres de las pequeñas estrellas deben pagar una cuota mensual más alta que la temporada anterior; es decir, que se está contratando un servicio que supone es mejor que el anterior.

Pues bien, volviéndo al partido en cuestión, es natural que los "nuevos" entrenadores no se sepan ni el nombre de un niño, ni tampoco estén claros que posición deban ocupar al principio de una temporada; sin embargo lo que sigue hizo que perdiera la paciencia a tal punto que estuve a punto de ser expulsado del colegio.

En la secuencia del juego, en reiteradas ocasiones los niños hacian que el balón saliese por las laterales provocando saques de banda, el asunto es que un niño en la misma cantidad de veces que el balón salía por la lateral el hacia el saque y lo hacia mal, con lo cual el arbitro exigía que se repitiera una y otra vez. Esto del mal saque ocurrió como siete veces. Ante esto llamé la atención desde las gradas y le pedí al arbitro que le enseñara, ya que los entrenadores no estaban siquiera pendientes de hacerlo pues la actitud que mostraban era de muy poco interés. Nadie hizo caso, sólo yo llegue a la desesperación y allí mi reclamo (inapropiado en la forma, más no en el fondo). Finalizado el juego, el entrenador (uno de los dos que participan en los juegos) se acercó a un niño y empezó a explicarle como debería hacer el saque lateral, pero no era el niño que hacia el saque mal, a lo cual el niño le indicó que no era él. En fin, a que me llevó toda esta situación fue lo siguiente:
  • Comprendí que no me importa si el equipo de mi hijo gana o pierde (Me alegra cuando ganan, pero no me entristezco cuando pierde, los animo, los felicito, porque realmente juegan bien). Pero si me hace perder la paciencia que los entrenadores les importe lo mismo que a mi, el trabajo de ellos es procurar ganar.
  • Comprendí que mi trabajo no es otra cosa que la consultoría sobre temas de lo que soy experto, pero lo hago porque me encanta.
  • Además comprendí por que algunos clientes me dicen a veces, que nuestro costo es mayor que el de otros consultores, pero lo que sé es que cuando estoy desarrollando la consultoría la hago con un nivel de dedicación y pasión que no corresponde a alguién que lo tenga que hacer por hacerlo y siempre se obtiene el resultado esperado. Si alguno de ustedes ha pagado la entrada de un concierto de Franco de Vita, Shakira, Pitbull o su artista preferido, sabe que pagó una buena cifra, pero pocas veces se queja del espectaculo. Allí se olvida el costo. La razón es porque ellos hacen lo que saben hacer y lo hacen con gusto, cuando esos elementos juntan el resultado es un excelente producto.
Es nuestro deber evaluar en forma constante como se está haciendo el trabajo; y no sólo identificar las capacidades sino las actitudes. Cuando un trabajo no nos guste o veamos a alguién incorforme con lo que hace, lo recomendable es no hacerlo. Es claro que las necesidades, en muchas ocasiones compromenten a las personas a hacer lo que no nos gusta, pero los resultados tienden a ser catastróficos. Por lo general cuando una persona hace un actividad con gran experticia pero de mala gana, puede que el ambiente laboral o nivel salarial sea el factor que esté generando tal actitud, con lo cual los resultados son tan malos como los de una persona que no tenga tal nivel de experticia. Al final las consecuencias siempre serán desastrosas.

En mi trivial ejemplo, les puedo ilustrar que existen consecuencias que pueden ser muy serias en otros escenarios, sobre todo si se trata de un servicio contratado. Aunque debo decir que para mi es muy serio el hecho de que casí fui execrado de la comunidad estudiantil donde mi hijo hace vida académica, el que el equipo perdiera de una forma que poco antes vista (un equipo que jugaba muy bien) y la actitud de los entrenadores no demostró muchas ganas de hacer las cosas que la mayoría de los padres están esperando. Tengo fé que si, así como reconocí que cometí un gran error en las gradas del colegio de mi hijo, donde le pedí disculpas a todos, propios y ajenos.

La nueva normalidad era un juego de niños

Foto: StellaDi Pixabay Creo que "la nueva normalidad" era cosa de 90 días. Eso ya no existe. Pienso que lo cierto es una nueva rea...